La Muerte

La Muerte
  1. Este texto es para que lo leas cuando quieras recordar que el alma no muere. Para abrazar a tu niña interior, para sanar la idea de la muerte y vivir más en paz.


"Cuando termina el cuerpo, empieza el vuelo"


Un día, la niña que fuiste preguntó:


—¿Y si un día me muero, qué pasa?

¿Quién me cuida? ¿A dónde voy? ¿Duele?


Y la voz del alma, suave como un susurro, le respondió:


> “Cuando el cuerpo se apaga, no te vas.

Solo te quitás el abrigo pesado y volás más liviana.

Volvés a casa, donde todo es tibio y no hay miedo.

Donde el tiempo no corre, y la tristeza no existe.”



Primero, sentís una luz.

Tan brillante que no ciega, solo abraza.


Después, te esperan.

Un rostro amado, un guía que siempre estuvo.

A veces una abuela, un perro vie

jo, un bebé que no nació…

Todos los que te amaron y te esperaban desde el otro lado.


Y entonces recordás.


Recordás quién eras antes de tener nombre.

Recordás que viniste a jugar a la vida para aprender el amor.

Y que nadie fracasa.

Que no hay castigo, solo caminos.

Que Dios no te juzga.

Dios te recibe.


Y cuando llegás, te dicen:


> “Lo hiciste bien. Lloraste, sí. Dudaste, sí.

Pero amaste. Y eso era lo único importante.”


Y si dejaste algo sin cerrar, te dan tiempo.

Para mirar desde arriba, para perdonar y ser perdonada.

Y si el alma lo elige… un día puede volver.

A otro cuerpo, otro juego, otro aprendizaje.


Pero por ahora, descansás.

Sos paz, sos luz.

Sos todo lo que fuiste… y más.



No vivas para que no te duela el final.

Viví para que valga la pena el camino


Leé esto cada vez que la muerte te asuste.



Te puede interesar
Accede con tu cuenta de bio.psico.integral
¿Ya tenes cuenta?
Iniciar sesión
Cerrar X